Curva

Cuando un escritor te recomienda con ganas a otro escritor (escritora en este caso), es que el río lleva agua. ¿Has leído "Curva" de Aurora Delgado? No. Pues tienes que leerla, es muy buena. Por eso encargo el libro y lo compro hará unos cinco meses. Los mismos cinco meses que he atrasado su lectura hasta ayer, sábado 5 de octubre, dos días exactos después de haber conocido a su autora.

Y es que el jueves día 3 retomábamos el taller de escritura en Valencina por séptimo año consecutivo y yo había estado gestando una bola de nervios, expectativas y pronósticos de desastres naturales que me traían por la calle de la amargura. Para colmo de emociones fuertes, el mismo amigo inductor de la lectura de Curva y compañero en este curso del taller, no tiene otra que invitar ¡Oh!¡Sorpresa! a la mismísima Aurora Delgado a la rentrée. Pues que venga, le digo. Una tila doble y tiras, Mari, ¿quién dijo miedo?

La noche del miércoles, poseída por los remordimientos, solo me dio a tiempo a leer unas páginas antes de quedarme frita. Los "deberes" de la semana van sobre los principios y el primer capítulo de Curva es un ejemplo perfecto de buen arranque, qué duda hay; el mundo ordinario del protagonista ya contiene la anomalía. Juro que me dormí porque eran las dos de la madrugada y mi energía vital, bajo mínimos entre semana, ya no dio para más. A cambio diré que ayer, y casi a la misma hora que lo dejé la madrugada del jueves, en una especie de simetría poética espacio-temporal, lo daba por terminado sintiéndome, como siempre me pasa cuando una buena lectura llega a su fin, un poquito huérfana y con muchas ganas de hablar de ella.

"Una curva es una curva, un puente entre dos líneas rectas, un espacio donde el presente se alarga queriendo tocar el infinito".

Antonio ha tomado pocas curvas en su vida, una vida asfaltada en línea recta por otros. Él solo ha tenido que dejarse llevar por la inercia, esa energía engañosa cuya ley establece que un cuerpo permanecerá en estado de reposo a velocidad cero, o en un movimiento rectilíneo a velocidad constante, siempre y cuando una fuerza externa no actúe sobre él. La fuerza externa que modificará la velocidad de Antonio y provocará el vuelco le llega en forma de curva y del personaje que habita en ella, Raimundo.

La historia transcurre en un solo día pero contiene la vida completa del personaje principal a través de saltos rápidos en el tiempo, como el pensamiento, y unos puntos de giro asombrosos, dolorosos y oscuros, que lo sacuden y arrastran por las esquinas de su existencia. Y el espacio, lugares como Camas, el Aljarafe, Melilla... Sures de un sur  árido, pobre, sucio y desértico que irrumpen como un personaje más, imprescindibles, plásticos y presentes.

La historia, como su título, hace a Antonio girar y girar, y con cada giro perderá de vista la carretera, las luces y el sucedáneo existencial en el que permanece quieto. Y tú como lector, al igual que Antonio, te ves obligado a bajar del coche, a pisar la tierra y su polvo, a ensuciarte con él y, de alguna manera, a tomar decisiones venciendo la inercia que nos ancla a la nada.

Todo esto y mucho más en apenas 170 páginas que se leen de corrido, con el corazón en un puño y asombrándote a cada paso de las curvas que puede tomar una vida. Cualquier vida.

Si no habéis leído Curva de Aurora Delgado, tenéis que leerla. Es muy buena.

Por cierto, Aurora, enhorabuena y ¡gracias!