La balada del café triste

No voy a negar que en muchas ocasiones me decido a leer un libro por su título. Tal cual. Así que de todos los de Carson McCullers, y solo por la melodía que entrañan, me atrajeron "La balada del café triste" y "El corazón es un cazador solitario". Manías.

El caso es que con "La balada del café triste" la primera sorpresa fue descubrir que no era una novela, como creí, sino el primer relato de un libro que contiene otros seis. No es lo único que me sorprendió, ni mucho menos, pero es que no sabía aún a lo que me enfrentaba. Para que no os pase lo mismo y porque considero que una buena obra literaria, como es el caso, se completa siempre con la vida, experiencias y circunstancias de su autora o autor, os dejo por aquí algunas notas que ayuden a contextualizarla.

Carson McCullers (Georgia, 1917, Nueva York, 1967) está considerada una de las representantes del llamado "gótico sureño" propio de la narrativa del sur de los Estados Unidos. Es anterior al "realismo sucio" pero contiene elementos muy parecidos como, por ejemplo, personajes y lugares desprovistos de cualquier virtud que los haga atractivos. A estos personajes se les denomina freaks (monstruos, frikis).

Carson escribió "La balada del café triste" tras superar una crisis creativa y tomó la idea, lo contó ella misma en sus memorias, de una pareja que vio en un bar. Una pareja extraordinaria. Ella era una mujer alta y fuerte como una giganta y, pegado a sus talones, un jorobadito. Los observé solo una vez, pero fue al cabo de unas semanas cuando tuve la iluminación de "La balada del café triste".

Así pues, rompe con los estereotipos que sobre personajes protagonistas puedas tener. Miss Amelia no es la típica mujer que habita en la literatura, al menos no en la categoría de protas absolutas. No es guapa, bizquea, es demasiado alta y desgarbada, no viste bien, no es simpática ni agradable ni posee una maravillosa melena rubia (tampoco morena), de hecho, no tiene melena porque lleva el pelo muy corto con un flequillo que, claro está, no le favorece. Pero, cuidado, que miss Amelia tampoco es una desvalida (bien por ti, Carson). Tiene un negocio heredado de su padre que ha sabido ampliar y gestionar con maestría. Es una figura temida y respetada en su pueblo, tiene poder. Es independiente e inteligente, tanto que incluso cuando algún parroquiano necesita ir al médico, es su consejo el que más se valora. Y tampoco es una "solterona", ojo, ya que tuvo un noviazgo hace años que acabó en boda si bien, pasó a engrosar la lista de mujeres divorciadas en muy poco espacio de tiempo. No, definitivamente Amelia no es un personaje de mujer al uso.

Luego está él, el protagonista masculino, el que enamora a la chica. Y no esperes a un vaquero fornido (porque transcurre en en un pueblecito americano muy, muy pequeño de esos que si no vas, no pasas) ya que Carson, en este punto, nos planta delante a un jorobado, un enano con un pasado turbio que llega al relato, y a la vida de Amelia, mintiendo como un bellaco. De este mozo se enamorará nuestra antiheroína. ¿No sientes ya la curiosidad de saber más? Se acaba de plantear la pregunta dramática.

Repito lo de siempre, una sola lectura nunca es suficiente para un buen libro. Mi suerte es que, al tratarse de un relato, pude permitirme más de una. "La balada del café triste" no es una historia amable ni fácil ni sencilla. Mientras la leía, sentí claustrofobia, agobio, no entendí a priori la relación que establecen los personajes y eso me provocaba rabia,  nada de ella me gustaba pero... y ese "pero" es lo que la encumbra, lo que conmueve, algo de ella te toca dentro aunque, tras la primera lectura, no sepas aún qué es.

Además del magnetismo de los personajes, observa la trama que comienza in extrema res para, desde ahí, desgranar los acontecimientos con un ritmo que logra mantener la atención porque necesitas saber qué pasa, qué pasó, cómo y por qué.
Y es que el amor, ese tema universal en el que bebe casi toda la literatura universal, es inagotable y Carson, en este relato además, no lo edulcora, no nos lo hace bonito como suele suceder, ni por el lugar, ni por la época ni por supuesto, por los personajes. Y precisamente ahí está su grandeza. Ahí están también, el amor y la pasión en una dimensión explosiva. Más pura, más real, más dolorosa y más envenenada si cabe.

Da igual, dice McCullers, qué virtudes tengan o no los amados, no importa su sexo, su belleza o posición social. Cualquier pasión es aleatoria y nace de la soledad de cada cual. Y Carson McCullers, de soledad también sabía mucho.

No es lo que se cuenta.
Es la manera en que se cuenta.


Comentarios

  1. Me dejas intrigada. Lo apunto para leer. Gracias.

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  2. A ver cuando se podrá salir para ir a la librería... Metes la intriga en el cuerpo, Maria.
    Gracias.

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  3. Las gracias os la doy yo a vosotras, por leerme y por contármelo en estos días tan extraños en los que buscamos la compañía por todas las vías posibles. Gracias por estar ahí, al otro lado de la pantallita.

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