La flor púrpura
¡Qué historia tan bonita y tan bien contada! ¡Qué mundo —África— tan absolutamente desconocido para esta latitud del planteta! Nuevas lenguas, palabras, significados, costumbres, comidas, olores, sabores, paisajes. Cuánta razón tiene Chimamanda cuando nos dice que, los blancos occidentales, creemos que todo el mundo es blanco y occidental. La literatura, de la que aprendemos modelos, es blanca y occidental en su mayoría, nos faltan relatos que hablen de negros, chinas, indios, sirias... Conocemos la Coca-cola, el Big Ben, la Quinta Avenida de Nueva York... Da igual que jamás hayamos puesto un pie en ellas, forman parte de nuestro imaginario colectivo gracias al cine, a la televisión y, por supuesto, a los libros, pero que no nos saquen de ahí, de lo conocido, o creeremos estar pisando suelo extraterrestre o, lo que es peor, lleno de minas. Tan cotidiano es leer siempre de los mismos lugares y personajes, que lo tomamos como norma y la mayor parte del planeta nos queda oculta tras este discurso blanco y occidental que lo tapa todo con prepotencia e injusticia.
He disfrutado mucho al poder mirar por esta ventana a Nigeria, a sus gentes, a sus problemas sociales, políticos y personales. Y me he sentido unida a su protagonista, una niña, casi una mujer, que observa su mundo y me lo hace observar a mí.
"La flor púrpura" es la primera novela de esta escritora nigeriana a la que muchas hemos conocido gracias a una charla TED reconvertida en un pequeño libro que no cuesta más de cinco euros. En algunos países es de lectura obligada en los institutos de secundaria: "Todos deberíamos ser feministas". Por el mismo precio también os recomiendo: "El peligro de la historia única" y "Cómo educar en el feminismo". Caben los tres en un bolsillo y, como regalo, no tienen precio.
No os perdáis, si tenéis unos minutos, el vídeo de aquí abajo. ¡Cuántas cosas tenemos que aprender de este planeta en el que vivimos y qué bien que escritoras como Adichie estén aquí para mostrarnos una parte del planeta que nunca se ve!
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