Las Médulas


"Las Médulas" es una novela de la escritora, editora y profesora Silvia Bardelás, cuyo ejercicio sobre cómo dotar de sentimiento una experiencia (que podéis encontrar al final de la entrada) hemos practicado en el taller durante nada menos que cuatro semanas. A Silvia la conocí gracias a un curso de escritura narrativa en la UNED que ella impartió y que me gustó especialmente. Al acabar, le escribí, le conté que daba talleres y le pedí permiso para utilizar su propuesta. Encantadora y muy atenta me dio su permiso y yo, en una especie de deuda por su generosidad, compré este libro, motivada también por saber cómo escribe alguien que explica con tanta lucidez determinados aspectos de la narrativa.

Juan tiene una depresión y no le encuentra sentido a su vida así que, cansado de Madrid y agotado de pensar para no llegar a ninguna parte, decide recluirse en una casa deshabitada que le cede su suegro a las afueras de la aldea gallega de Voces.
Sara, pareja de Juan, emprende al mismo tiempo un viaje a un lugar que está fuera de su zona de confort. Ella prefiere no pensar y aparta los pensamientos tristes para poder vivir sin enfrentarse a ellos. Muestra siempre su lado comprensivo y amable con todo el que la rodea mientras su vida transcurre entre el trabajo en un hospital y las numerosas visitas a un padre controlador.
José vive en Voces desde que llegó, junto a Flora, emigrado de Francia. Se gana la vida con pequeños trabajos temporales que le van saliendo aquí y allá entre los que está el de jardinero. Ahora arregla el inhóspito jardín de la casa de Juan, un tipo raro llegado desde la capital, que se pasa el día en la cama y se niega a entablar una conversación con él. Flora, mujer de José, se encargará de las tareas domésticas de la casa de Juan. Limpia y prepara comida para este desconocido con el que apenas habla pero por el que siente una atracción inexplicable en alguien como ella que siempre ha vivido la vida como le ha venido dada, sin decidir, sin cuestionar, sin opinar casi y casi, sin hablar. 

El narrador de esta novela entra hasta la médula de los personajes aunque Las Médulas, como tal, es también un lugar físico real y parte de la historia. De esta manera, con un ritmo lento pero constante (particularmente lento y digresivo), iremos adentrándonos en cuatro vidas que confluyen unas en otras y reaccionan en cadena ante el movimiento de alguna de las partes.

Una narración fuera de lo común si entendemos por común la rapidez en la lectura. Te atrapará y te impulsará a querer saber qué está pasando, averiguar los porqués y llegar a su final. Parafraseando a Ángel Zapata; "Las Médulas" tiene un extraño parecido a la vida en esa cualidad que tiene la vida de no parecerse a nada.

#Propuesta completa:

Llegamos al final de esta propuesta que nos ha ocupado tantas semanas y lo hacemos preparando un cóctel para celebrarlo. Metafóricamente hablando ¿eh?, que ya nos conocemos 😉

Ingredientes para el ejercicio:
—Una experiencia propia (Selección del material narrativo)
—Un sentimiento o sensación concreta, asociada a esa experiencia, que queramos transmitir en nuestro escrito. (Los efectos expresivos)
—Conocer bien el plot de nuestra historia (la transfromación que adquiere el personaje debido a la experiencia que narra. El aprendizaje —sin moralejas ni moralinas o fin aleccionador—. El sentido que tiene para la vida del personaje esa experiencia).

Una vez tienes todo lo anterior (es necesario pensarlo bien antes de ponerte a escribir) vamos, ahora sí, a ficcionar con ello.

—Idea un personaje.
—Dale al personaje a vivir una experiencia que no tiene que ser igual a la tuya (recuerda que ahora estamos haciendo ficción), pero sí deberá transmitir ese sentimiento o sensación de tu propia experiencia (la elegida arriba).
—El plot (aprendizaje, revelación) de tu personaje, también será tuyo, pero vivido en otra experiencia que no es la tuya y con un personaje que no eres tú.

Gracias por vuestro trabajo, nada fácil, me consta, y gracias también por vuestra generosidad al compartir algunas experiencias que nunca se habían puesto sobre un papel con palabras. 
Es mi deseo que todo lo visto en estas cuatro semanas os sirva para escribir, para transmitir, para hacer sentir y mostrar a vuestros y vuestras lectoras diferentes puntos de vista. 

¡Enhorabuena!

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