El Evangelio según Jesucristo

Una de mis fotos favoritas de libros
Nos cuenta Alba, nuestra guía durante la visita a la casa "O casa" de José Saramago en Tías (Lanzarote), que el escritor llegó a la isla enfadado con su gobierno ya que el Secretario de Cultura impidió que el libro representara a Portugal en el Premio Literario Europeo alegando que la historia "ofendía los sentimientos católicos del pueblo portugués", país, por otro lado, sin confesión religiosa. El rosario de desencuentros que este incidente ocasionó entre el escritor y los políticos portugueses culminó con la decisión del autor, en 1993 y cuando ya tenía 73 años, de trasladarse a este pequeñísimo pueblo en mitad del Océano Atlántico.

Saramago dijo que nunca se le hubiera ocurrido semejante idea (fue Pilar, su esposa, la que lo propuso al tener a una hermana viviendo allí) pero también dijo que después de conocer Lanzarote, una isla hecha de tierra negra volcánica, viento, silencio y sin tiempo, sentía que aquí podría escribir tan bien como en cualquier otro sitio y juntos construyeron una hermosa casa en la que vivir, escribir, amar y disfrutar de la vida que le quedaba por delante.

La idea del libro fue otra "casualidad" de esas que tiene la vida y que los escritores no dejan correr. Ocurrió en Sevilla, en 1990, cuando al pasar junto a un quiosco de prensa Saramago creyó leer en alguna revista de las expuestas y en portugués: O Evangelho Segundo Jesús Cristo. Cuenta que, ante semejante visión, se dio la vuelta porque le pareció muy curioso que hubiera un Evangelio llamado así, pero no encontró nada parecido en ninguna de las revistas de aquel comercio. Terminó su búsqueda pensando que quizá lo había imaginado. Aún así, anotó en un papel el nombre del extraño Evangelio producto de ¿una ilusión? e inmediatamente tuvo claro que sería una novela que él iba a escribir.

El Evangelio según Jesucristo es la vida de Jesucristo contada de manera mundana por el hombre. Su vida íntima, no tanto la pública que de esa ya tenemos suficientes versiones. Para Saramago, a los hechos no tenemos que acercarnos con una mirada directa y frontal porque nos priva de los detalles, por eso su Evangelio es una narración circular que va desde el padre, José, hasta el hijo, Jesús, cuyos tiempos se invierten, sobreponen y cruzan de manera constante. Cuyas vidas se mezclan en los calderos de la culpa, el miedo, las dudas y las creencias cuestionadas. Aparecen ángeles del Bien y del Mal que podrían intercambiar sus papeles, como también podrían hacerlo Dios y el Diablo. Y hay sexo y amor, junto a María de Magdala (nunca Magdalena), en una relación entre iguales que parecen ser un solo ser. Y todo lo cuenta con una delicadeza que casi duele.

Pero Saramago no se queda ahí, no. Lo cuestiona todo. Toda la barbarie humana en nombre de Dios; las guerras, las cruzadas, las torturas, el pecado, el machismo, el arrepentimiento, los mártires (enumerados uno tras otro al modo en que años después leeremos a las víctimas mujeres del 2666 de Bolaño) y, entre todas sus páginas aunque parezca mentira, también hay cabida para el humor, la risa y, cómo no, la eterna ironía de este portugués adorablemente descreído y ateo universal.

Si el hijo de Dios y del Hombre contara su propia historia, esta sería la versión más cercana a la hipotética realidad. Al menos, es mi credo de aquí en adelante; mi Biblia.

En el despacho donde Saramago escribía hay una foto, hay cientos, pero una es de Pilar del Río, su mujer, con el vestido que llevaría a la entrega del Nobel de Literatura que le otorgaron en 1998, en el que José escribe arrodillado en el suelo sobre su falda un trocito que pertenece a este libro y una de las escenas favoritas de Pilar.

María de Magdala le dice a Jesús poco antes de la despedida: Miraré tu sombra si no puedo mirarte a ti. Y Jesús le responde: Entonces yo estaré donde esté mi sombra si allí va a estar tu mirada.

Una historia, la de Dios y el Hombre, antigua como la humanidad. Un libro imprescindible y bello. 
Sobre todas las cosas, bello.

Casa de José Saramago en Tías. Lanzarote. La habitación en la que escribía.

Ventana de la habitación de escribir. Al fondo el mar, dirección Lisboa.
En la cocina, lugar de encuentro de la casa, Alba nos prepara un café
Vista de la casa desde el jardín

Comentarios

  1. Algo similar pasó con Salman Rushdie y sus "Versos Satánicos" su caso fue peor porque los Islamistas pusieron precio a su cabeza y tuvo que vivir escondido durante muchos años; y todo por hacer alusiones a la vida del Profeta y el Corán. En esta vida, ser librepensador, pasa factura. Tengo el libro de Saramago, lo he leído y me ha gustado bastante.

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  2. Visité esa asa y quedé marcado por Saramago. Si la visita a Sevilla fue en 1990,me da escalofríos imaginar que lo pudo ver en el kiosko de la Campana y yo me los encontré a los dos por Sierpes unos minutos después. Me siento cl ectado a Saramago y se lo tengo que decir a Pilar.

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  3. Hola, José Luis! Bienvenido al blog. La anécdota del Evangelio la contó él en una entrevista (que en cuanto recupere te envío) y sí, cuando vio o creyó ver esa frase, iba solo por Sevilla pero había quedado con Pilar. Qué bonita la anécdota que me contaste y lo encontraras por Sevilla y que, además, te parases a hablar con él. Envidia te tengo.

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  4. Como siempre que leo tus reseñas, tengo necesidad de leer el libro. Me encanta tu historia personal en la isla y las fotos tan entrañables. Gracias, María

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