Rialto, 11

¿Qué te vas a leer después de "El evangelio según Jesucristo"?

Pues tenía pensado atacar todo lo que de Saramago tenemos por casa, a saber: "Memorial del convento", "El año de muerte de Ricardo Reis" y "Ensayo sobre la ceguera", pero como la sensación con el Evangelio ha sido tan placentera, tan motivadora y tan intensa, se me ha colado entre lecturas algo amable y curioso; "Rialto, 11" de la sevillana Belén Rubiano.

Tengo que decir que me ha gustado porque se lee con una sonrisa en los labios pese a los sinsabores que en el libro se narran. Solo su inicio ya te predispone a continuar (a ver de qué os suena este arranque): "Yo tenía una librería en Sevilla" 😉.
Está estructurado en pequeños capítulos con títulos que incitan a leerse uno tras otro, el libro cuenta el día a día de una librería y su librera, apasionada de la literatura y los libros (que no son la misma cosa necesariamente).

Que montar un negocio es complicado es algo que más o menos todo el mundo puede intuir si no lo ha hecho antes, pero montar una librería —que solo venda libros, no haga fotocopias ni tenga libretas o bolígrafos— eso es ya de cum laude para emprendedores.

"Rialto, 11" se suma a otros títulos que leídos que hablan de los inconvenientes (también las alegrías) que acarrean negocios así. "84; Charing Cross Road" de Helene Hanff, es una absoluta delicia hecha con la correspondencia entre una escritora norteamericana (la propia Helene) y los trabajadores de esta mítica librería londinense. Busqué esta céntrica calle por Londres pese a saber que la librería ya no existe, es solo que quería estar allí y leer el nombre en una placa. Otra delicia es "La librería" de Penelope Fitzgerald, que no pudo gustarme más y que no me canso de recomendar. No he visto la película porque Isabel Coixet cambia algunas cosas. No diré qué para no aguarle la reseña a nadie. "Mi maravillosa librería", de Petra Hartlieb, sería la contemporánea europea de Belén Rubiano, aunque la primera disfrutara de más posibles que nuestra paisana y, por lo tanto, con más facilidades para mantenerla. También tengo por casa "La biblioteca ambulante" de Christopher Morley, una novela en la que el protagonista va de pueblo en pueblo con un carromato cargado de libros. Es tan divertida como seria y expone lo complicado que es vender libros (siempre lo es) en un medio —el rural— y en una época —principios del siglo XX— que no invitaban a ello. Sin embargo, gracias a este método precursor del Círculo de Lectores (en paz descanse) muchas personas tuvieron la oportunidad de incorporar a su paisaje doméstico algo tan exótico como es un libro.

Merece una mención especial uno de los capítulos de "Mujeres y libros" de Stefan Bollmann. Me refiero al titulado "Joyce y las mujeres" en el que se narra con maestría y gran detalle, el periplo de la publicación en Francia del Ulises de Joyce gracias a una librería, la Shakespeare and Company y gracias, sobre todo, al tesón y audacia de su dueña y librera; Sylvia Beach.

Otra novela recientemente publicada acerca de libros y librerías, aunque esta no pasa de ser (para mí) medianamente divertida, es "La librería de los libros perdidos", de David Foekinos. O la estupenda y leidísima "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco.Y una de mis favoritas, he de decirlo, se llama; "Confesiones de una editora poco mentirosa", de la que fue una estupenda escritora, además de editora, Esther Tusquets, quien nos adentra en el mundo editorial y sus secretos. Una parte de la historia editorial de este país está reflejada en ese libro que, mira tú qué suerte, se ha reeditado de nuevo porque no había manera de encontrarlo. Yo tuve la suerte de comprarlo en una fea edición por una casualidad del destino. "La biblioteca en llamas", de Susan Orlean, es de los últimos en llegar a mi librería particular y supone una mezcla de narrativa y ensayo en el que se cuenta el desastre que supone siempre la quema de libros. Se trata del incendio que arrasó la Biblioteca de Los Ángeles el 29 de abril de 1986 y también, del hombre que lo provocó (me lo estoy leyendo a ratitos, así que cuando lo termine podré hacer la reseña más extensa). Puede que te preguntes cómo pudo ocurrir algo así si no tenemos registrado esta pérdida irreparable en nuestra memoria, yo al menos no la conocía. Bien, pues porque ningún periódico o medio de comunicación se hizo eco de la noticia. Ese mismo día, por esos caprichos macabros de la historia, tuvo lugar otro accidente, este nuclear, en Chernóbil.

Volviendo a Rialto, 11, que me voy por las ramas, además de reír con las ocurrencias de su autora, que tiene un estilo cuajado de sentido del humor mezclado con pequeñas grandes dosis de filosofía de la vida, podréis reconocer lugares y personajes de esta ciudad sin ninguna duda. A mí me ha escocido en especial el acto de inauguración de La Casa del Libro de la calle Velázquez. Descubriréis además qué cosas hizo, para intentar vender libros entre amigos y vecinos, como por ejemplo utilizar una pequeña pizarra en la que cada día escribía una frase y que se convirtió en la seña de identidad de esta librería.

¿Quieres pasar un buen rato leyendo? Rialto, 11. Sin duda.

Comentarios

  1. Vais a tener que montar una librería algún día para no quedaros con esa espinita dentro.

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    1. ¿Recuerdas aquel proyecto del que hablamos una vez acerca de montar una entre todos y todas las del taller? Pues solo si es así, yo estaría dispuesta ;-)

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