La biblioteca de agua
"Antes de que se levantara el Barrio de la Letras, antes de que la ciudad
se edificara sobre el agua, antes de que Europa se alejara de América,
antes de que existieran los continentes, antes de que Pangea los uniera,
antes de que se enfriara la litosfera, es decir, en el origen de todos
los orígenes, el mundo era un océano de lava. Entonces llegó la diosa y
vio que todo estaba por hacer y atrajo a un planeta que chocó contra la
Tierra. Así brotó la luna. Eso fue el primer día".
La autora, Clara Obligado, nos advierte de su originalidad y nos indica su forma de uso en la contraportada: Este libro se puede leer de principio a fin o de fin a principio, la historia no cambia pero produce "ciertas perplejidades literarias".
¿Qué opción elegí yo? —César se ríe mucho cuando se lo cuento— leerlo de las dos maneras, uno del principio y otro del final para acabar en su centro, claro que sí. A la vez. No sé si esta opción la contempló Obligado cuando lo estructuró, pero no solo no pierde sentido en su conjunto, sino que ese sentido se enriquece porque lo hace más divertido, menos común si cabe. Una especie de gimnasia lectora que te hace ir de unas páginas a otras para ver qué te deparará el cuento siguiente. Porque La biblioteca del agua son, en realidad, dieciocho cuentos.
Todos los relatos de La biblioteca del agua se sitúan en el Barrio de las Letras de Madrid, en sus calles y en sus pisos (la autora vivió durante años en uno de ellos) y mezclan personajes, géneros y épocas. Un libro que tiene una protagonista absoluta; Madrid, y unos secundarios entrañables que, si paseamos por sus calles entre turistas, segways y patinetes, podremos incluso, llegar a vislumbrar asomados a sus balcones o enterrados bajo las calles de piedra y asfalto.
La otra gran protagonista, el título lo adelanta, es el agua, y en cada historia una forma de agua aparecerá para sorprendernos. El río, el mar, la tormenta, la gotera, las lágrimas, el hielo, el orín... La ciudad, como el líquido elemento, es eterna pero se transforma, se evapora y aparece una y otra vez transmutada en otras. Un ciclo infinito.
La otra gran protagonista, el título lo adelanta, es el agua, y en cada historia una forma de agua aparecerá para sorprendernos. El río, el mar, la tormenta, la gotera, las lágrimas, el hielo, el orín... La ciudad, como el líquido elemento, es eterna pero se transforma, se evapora y aparece una y otra vez transmutada en otras. Un ciclo infinito.
Porque Madrid, la odiada y amada Madrid, es la ciudad que es hoy y la que era durante el 11M, la del golpe de estado y la de la Guerra Civil y los bombardeos, es la del Museo del Prado y fue la prehistórica, cuando no existía porque ni siquiera había palabras para nombrarla y una diosa tuvo que venir e inventarla.
Madrid a la que me acerco los viernes, me sumerjo los sábados y abandono los domingos. La acelarada y siempre viva, Madrid. Algún día, también yo te haré un mapa.
Madrid a la que me acerco los viernes, me sumerjo los sábados y abandono los domingos. La acelarada y siempre viva, Madrid. Algún día, también yo te haré un mapa.
¡Gracias, Emy!
Me has convencido, lo pienso comprar para mi hija. Besos
ResponderEliminarMe alegro que lo hayas disfrutado. Y no me sorprende que hayas optado por la opción doble de lectura al mismo tiempo, buscar y experimentar va contigo.
ResponderEliminarMe gusta mucho Madrid, así que estoy claramente obligado a leérmelo. Muak
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