Lecturas de verano (por categorías)
Agosto.
Decía Federico Garcia Lorca al que mataron, por cierto, un día de agosto,
Agosto.
Contraponientes
de melocotón y azúcar,
y el sol dentro de la tarde,
como el hueso en una fruta.
La panocha guarda intacta
su risa amarilla y dura.
Agosto.
Los niños comen
pan moreno y rica luna.
En estas tardes llenas de sol y en estas noches ricas de luna, leer se transforma en un discurrir lento de horas y páginas en lugares y posturas diferentes a lo que suelo el resto de los meses del año. Agosto. Tan temido como esperado, tan insoportablemente largo como extrañamente corto. Mi agosto ha sido raro, casero, con menos mar de lo habitual y mucho calor en trazos azules, verdes y negros. En un agosto así estas —por categorías— han sido mis lecturas. Como el propio mes, el propio año y la propia vida, varias sombras y algunas luces.
Obras maestras
El reino de las mujeres, de Chejov y Nubosidad variable, de doña Carmen Martín Gaite. Podría decir muchas cosas de estos dos libros pero siempre me quedaría corta. Desde aquí mi función es animar a la lectura (no siempre mis gustos coinciden con el gusto de quienes me seguís) y sin embargo, hay libros, como estos, con los que no tengo la más mínima duda.
Chejov es, de sobra lo sabéis, una maravilla, un oasis (y no quiero quitarle con esta metáfora recurrente un ápice de importancia) para quienes leemos y leemos mucho. Volver al maestro es siempre aprender y disfrutar. No solo de literatura sino de una misma, de quién soy, qué y cuál es mi lugar en el mundo. Oasis, claro que sí, y un espejo y un flotador. Tengo que volver a Anton de vez en cuando para no acabar bajo el agua habiendo perdido el rumbo de lo que busco escribir.
En cuanto a la maestra Martín Gaite, se sale con esta historia de cartas y diarios entre dos amigas que tras muchos años separadas por la vida, se encuentran por casualidad y deciden escribirse. Una, esposa y ama de casa. Otra, profesional y soltera. Una apuntala su presente mirando a las nubes. Otra, perdiendo pie y a punto de caer de bruces en la tierra. Carmen Martín Gaite es una buenísima profesora y una escritora de lo mejor que tenemos por estos lares y que no nacen en cada generación. Nubosidad variable es una clase magistral para quienes nos gusta leer y escribir. Lo puedo decir más alto ¡imprescindible! o más claro; im-pres-cin-di-ble. Pero no voy a cambiar una sola letra de la palabra elegida. No os lo deberíais perder. Ahí lo dejo.
Ensayo
El infinito en un junco, de Irene Vallejo, es el libro de moda escrito por la escritora y tertuliana de moda, que, oye, merecido lo tiene porque es un must, que dirían en un instituto de secundaria o quizá, un match. Acierto seguro, vamos, para quienes nos gustan los libros, la historia y las anécdotas. Desde la Gran Biblioteca de Alejandría sin olvidar a sumerios y egipcios, la piedra, el barro, la piel y el papel nos han servido de soporte a los símbolos, números y letras desde hace miles de años. Un consejo, tened a mano un lápiz (y un sacapuntas) porque vais a necesitar subrayar mucho. Pero mucho, mucho. Ya me lo contaréis. Difícil abrirlo y pasar al next. Yo lo recomendaría como lectura para las, muchas veces, aburridas clases de literatura en los institutos. Los buenos ensayos enseñan mucho y entretienen aún más, por sí fuera poco despiertan la curiosidad de acercarse a otros libros para seguir aprendiendo sin necesidad de que nos obliguen y por el prurito de llegar más lejos.
Novelas en la "plácida" campiña inglesa
Protege a tus hijas, de Diana Tutton, ha sido (esta vez sí) una vuelta a Orgullo y prejuicio en versión moderna y desenfadada donde el matrimonio no es la única opción para las hijas de un exitoso escritor y su delicada mujer. Entretenido y fresco, el libro tiene campo, casa, saloncito, piano, hermanas, pretendientes, amor, desamor y "loca del desván" ( o lo que es lo mismo; misterio por resolver) al más puro estilo decimonónico solo que en pleno siglo XX. Su narradora, divertida y espabilada, es quizá lo mejor de todo. Para un rato "encantador" que diría cualquier pariente de esta original familia.
La señorita Pym dispone de Josephine Tey es, salvando las distancias, mi nueva Agatha Christie. Más concienzuda, profunda y sin lugar a dudas, muchísimo más pausada, Tey no tiene nunca ninguna prisa por que la sangre corra escaleras abajo. Ni siquiera tiene que haber sangre, no es necesaria, lo que sí tiene y maneja como nadie (o como pocas) es la tensión. Esa corriente eléctrica, a menudo imperceptible, que va ganando en intensidad y vueltas de manivela hasta que logra provocar el calambrazo. Durante el mes de julio tuve el placer de leer la hasta hace bien poco descatalogada "La hija del tiempo" y asistí maravillada a la resolución de un crimen ¡cometido cinco siglos atrás! y por si fuera poco, desde un único escenario; la habitación de un hospital en el que reposa convaleciente el inspector Allan Grant. Puesta en contacto con la editorial les pedí, sí, ya sabéis que hago cosas de este tipo, que me recomendaran un nuevo libro de Tey (total, Hoja de Lata tiene los derechos en español de su obra y lo mismo les daba decirme uno que otro), así que por inmediateces del Instagram me comunicaron que, a más de la mitad de la plantilla les había gustado especialmente "Patrick ha vuelto". La cosa es que no lo encontré cuando salí de compras y como la espera no es una de mis cualidades más punteras, me llevé el que sí tenían, el de la señorita Pym. Y así, junto a una enorme piscina de hotel en la que lo mismo organizaban un bingo que una flashmob o elegían al rey y la reina del resort (que mira que nos sigue gustando la monarquía a pesar de la que está cayendo), yo conseguía aislarme y pasar unos pseudoapacibles días en un muy británico internado de señoritas en la no menos británica campiña inglesa. El resto tendréis que descubrirlo vosotras o vosotros mismos pero a mí, si os vale de algo, me ha encantado la experiencia.
Relatos (de India en Norteamérica y de Norteamérica en Irak)
Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri lleva en casa... ¿siete años? Por ahí debe andar y hasta ahora (julio, para ser exacta) no me decidí a leerlo en serio. Me habría gustado entonces y me ha gustado ahora. Son relatos largos, de más de más de cincuenta páginas algunos, en los que los hechos y personajes de despliegan hasta casi convertirlos en novela. Los nombres y las constumbres indias, tan desacostumbradas para mí, se vuelven familiares y no cuesta nada sumergirse en esta ancestral cultura que, por mor de la economía y la búsqueda de un mejor futuro, se disemina a miles de kilómetros en una tierra, mal llamada, de las oportunidades.
Asimetría, de Lisa Halliday, ha estado bien y menos bien. Lo explico. El libro consta de dos relatos que, según su contraportada, se relacionan de alguna forma. El primero narra la relación entre una mujer de veintiseis años con un escritor de más de setenta. El segundo de un hombre iraquí "atrapado" durante días en el aeropuerto de Heathrow (Londres) cuando hace escala desde EEUU. Y bueno, pues sí, transcurren los dos en la misma época, algún detalle de uno se repite o menciona en el otro pero poco más. El primero me gustó mucho más que el segundo pero es el segundo el que ha conseguido quedarse dando vueltas por mi memoria. ¿Qué significa eso? Bueno, puede que no lo haya leído como se merece (es posible que me quedara dormida más de una vez a mitad de sus frases tras días de playa y falta de sueño) y que le deba una lectura mejor, más pausada, más consciente. Con más ganas. Así que, si lo hago, igual le escribo una reseña para él solito. No prometo nada pero lo recomiendo. Tiene "algo".
Negra, ejem; detectives
Progenie. Susana Martín Gijón ¿Qué os puedo a decir? Poco, la verdad. Si os gustan las de polis y asesinatos en serie, si además, ocurre en pleno verano de Sevilla y en una comisiaría donde todas las jefas ¡oh, novedad! son mujeres que, eso sí, se comportan como lo haría cualquier poli hombre... Pues oye, igual os funciona. Sumadle lo de siempre; vigilancias en coches camuflados, café a punta pala, chulería, palabrotas sin venir a cuento, mentiras, trampas, celos, envidias profesionales, líos entre compañeros, una rubia mona y maduras desinhibidas. ¿Algo más? No, creo que no olvido nada. Nota mental: posible libro para un futuro amigo invisible "pobre".
La grata sorpresa
Señales de humo (Literatura para caníbales I) de Rafael Reig. Me manda un amigo un whatsapp con la foto del libro que se está leyendo (Amor intempestivo, también de Reig) y un mensaje que, literalmente dice así: Creo que a César le encantaría. Hala.Ya no me hacen solo recomendaciones a mí, la lectora voraz que ni friega ni hace de comer ni por supuesto enchufa la plancha porque se pasa la vida con un libro, sino que he conseguido que mis amigos piensen (literariamente) también en mi pareja. Me gusta la idea y me descoloca. Y yo, que meses atrás no sabía ni quién era el tal Rafael (un novelista y crítico literario español —dice la wikipedia— que encima cumple años un día antes que yo), ahora, que de casualidad está de promoción con el libro de mi amigo, me lo voy encontrando por todos lados como cuando tu novio a los quince años se va de veraneo a Denia y tú, que has tenido que buscar Denia en un mapa, te vas a cansar de oír hablar del dichoso pueblecito porque ese verano toooodo lo importante se pone de acuerdo para pasar allí.
Unas semanas antes otro amigo ya me lo había mencionado así que me puse a buscarlo por las librerías en la muy temida por mí (francesa de pronunciación) R, y en los anaqueles de Literatura Española allí estaba él. Cuando César lee lo de Manual de literatura para caníbales II me pregunta si ya he leído el I. No, no he leído nada de Reig. Pues llévate los dos ¿no? Así que bueno... con el segundo ando ahora, encantada de la vida tras el primero.
Se trata de dos ensayos expuestos en forma novelada. Desde las cuevas en las que dibujábamos manos o escenas de caza, pasando por las jarchas, los juglares, el envidioso y maniqueo clero, la Edad Media y sus mil años de historias (ni tan oscuras, ni tan aburridas), el Renacimiento y su Santa Inquisición (Dios la tenga en su gloria) descubriendo, enredados en sus protagonistas, a los románticos (precursores de las tribus urbanas), realistas, naturalistas, modernistas y así, hasta llegar a nuestros contemporáneos días con mucha pena de que se me vaya acabando esta maravilla.
Sin embargo, voy a ponerle un pero a tan brillante proyecto, en esta historia de la literatura española no hay (quitando a la Pardo Bazán que sale de refilón y a las señoritas del Lyceum) ni una sola mujer. Esta es, aviso a navegantes, una historia de hombres que escriben. Lástima.
Empezamos septiembre.
A ver qué tal.
Me encanta tu lista. Dan ganas de leerlos todos (bueno, el de "Progenie" menos, je je) Eres una crack de las reseñas, me gustan más que casi cualquiera de las que Leo en otros medios. Un beso
ResponderEliminarGracias, Peter! Soy reseñista porque el mundo me hizo así, porque nadie me ha publicado con amor... 😉🎵
EliminarBuen verano lector. Estupendas reseñaa
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